¿Pelearse a gritos? ¿Retirarse la palabra? La forma en que los cónyuges discuten se relaciona con las enfermedades físicas. Un estudio sugiere que los desacuerdos en las pareja podrían provocar problemas como el dolor de espalda y afecciones cardíacas.
MARTES, 14 de junio de 2016 (HealthDay News) -- La forma en que los cónyuges muestran sus desacuerdos podría predecir cuáles son más propensos a desarrollar ciertas enfermedades en un futuro, sugiere una investigación reciente.
Los científicos analizaron a 156 parejas mayores durante 20 años, y encontraron que los patrones de explosiones de ira aumentaban el riesgo de problemas cardíacos, mientras que retraimiento emocional o el "hermetismo" podrían conducir a problemas musculoesqueléticos como el dolor de espalda o la rigidez en el cuello.
"Hace mucho sabemos que el estrés y las emociones negativas son malos para la salud", dijo la autora del estudio, Claudia Haase, profesora asistente de desarrollo humano y políticas sociales de la Universidad de Northwestern en Evanston, Illinois.
"Pero en nuestro estudio queríamos profundizar más, y encontramos que unas conductas muy específicas conducían a problemas de salud específicos con el tiempo", añadió.
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte y una importante causa de discapacidad en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Por otro lado, los síntomas musculoesqueléticos, como el dolor de espalda, están entre los problemas de salud reportados con mayor frecuencia en los países industrializados, según documentos del estudio.
Los participantes del estudio se reclutaron a partir de una investigación a largo plazo sobre los matrimonios heterosexuales. Al inicio del estudio, la mitad de los cónyuges tenían de 40 a 50 años, y los demás de 60 a 70. Según el Censo de 2009 de EE. UU., un 96 por ciento de los estadounidenses de más de 65 años se habían casado al menos una vez en sus vidas.
Cada cinco años, se grabó en vídeo a las parejas en un laboratorio mientras hablaban tanto sobre temas que disfrutaban como en los que estaban en desacuerdo. Unos codificadores expertos en la conducta calificaron las interacciones según las expresiones faciales, el lenguaje corporal y el tono de voz. Los cónyuges también completaron cuestionarios que preguntaban detalles sobre problemas específicos de salud.
Para medir las muestras de ira, los investigadores estudiaron los vídeos de las conversaciones para observar conductas como labios comprimidos, cejas fruncidas, un volumen alto o bajo de las voces y rigidez en la mandíbula.
Para identificar las conductas de "hermetismo" (que se definió como desactivarse emocionalmente durante el conflicto), los investigadores buscaron la conducta "ausente", como rigidez facial, rigidez en los músculos del cuello, y que hubiera poco o ningún contacto ocular.
Entonces, se correlacionaron los datos con los síntomas de salud, que se midieron cada cinco años en un periodo de 20 años. El estudio no probó causalidad entre las conductas y los problemas de salud, sino solo una asociación. Y los vínculos fueron más potentes en los maridos, aunque algunas de las asociaciones clave también se encontraron en las esposas.
La relación entre la ira y las afecciones cardiovasculares fue la más robusta: el 81 por ciento de los cónyuges calificados en el grupo de "mucha ira" experimentaron al menos un síntoma cardiovascular en el plazo de 20 años, apuntó Haase. Los síntomas cardiovasculares incluyen dolor de pecho e hipertensión.
Al contrario, dijo, más o menos un 53 por ciento de los del grupo de "poca ira" experimentaron esos síntomas en el plazo de 20 años.
Más o menos un 45 por ciento de los esposos calificados como con un "hermetismo alto" experimentaron dolor de espalda, tensión muscular o rigidez en el cuello durante el estudio de 20 años. Solo el 23 por ciento de los maridos con un "hermetismo bajo" presentaron esos síntomas en ese periodo, apuntó Haase.
"Nuestros hallazgos sugieren que las personas exaltadas quizá deban considerar si hay intervenciones, como el manejo de la ira, que les beneficiarían", planteó Haase. "Si tienden al hermetismo, quizá deban pensar en resistir el impulso de guardarse las emociones".
Vanessa Downing es psicóloga y coordinadora de salud conductual del Centro de Atención de la Salud Cardiaca y Vascular Christiana, en Wilmington, Delaware. Los hallazgos del estudio no la sorprendieron.
"Cuando observamos la salud psicológica como un todo, y el movimiento por integrar a los psicólogos en los ámbitos sanitarios, se debe a que una cantidad creciente de investigaciones respaldan esas relaciones entre nuestras emociones y los rasgos de nuestra personalidad y lo que sucede con nuestros resultados de salud con el tiempo", apuntó Downing.
Pero emociones como la decepción o sentirse traicionado son comunes en cualquier relación a largo plazo, anotó, y solo es su naturaleza crónica lo que puede llevarles a hacerse destructivas para la salud.
"Probablemente el mensaje más significativo de esto es la importancia de que comencemos a reconocer nuestros patrones", afirmó Downing.
"Muchas veces, las personas reciben el mensaje de que deben hacer algo sobre su ira, por ejemplo, porque es un problema para los demás. Pero este estudio sugiere que la ira es realmente un problema para uno mismo, y puede ser motivador para las personas, porque el cambio conductual requiere de un compromiso", explicó.
El estudio aparece en una edición reciente en línea de la revista Emotion.
Más información
La Universidad de Minnesota ofrece información sobre cómo los pensamientos y las emociones afectan a la salud.
Artículo por HealthDay, traducido por Hola Doctor
© Derechos de autor 2016, HealthDay
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